El hombre dormido
No hay divino sino Allah, de Él venimos, a Él volvemos, a El sólo adoramos y de El sólo pedimos ayuda. Testimonio que Muhammad es el Profeta de Allah, el último de los Profetas, que ha traído el mensaje del Señor de los mundos para toda la humanidad, y que este mensaje es el más completo y más dulce que Allah haya enviado a los hombres. Como dijo el Profeta, éstos se caracterizan por la violencia, el descreimiento y por el alejamiento de la Verdad.
Los signos que caracterizan al hombre moderno son el desconocimiento de la Verdad, el descreimiento y el debilitamiento de todas las facultades humanas, es decir, de la voluntad, de la misericordia, de la inteligencia.
La verdadera inteligencia, dicen los hombres sabios, es aquella que reconoce la existencia de algo más grande que el hombre que se siente inteligente. Este reconocimiento, que hay en la existencia de algo más grande que él, aunque no pueda ser explicado, es un signo de inteligencia. Es un signo de profunda ignorancia el de no creer en algo más grande y el pensar que todo gira alrededor de la inteligencia humana, aunque los que piensen esto sean grandes científicos o personas que han entregado cosas a la humanidad. Estos son seres ignorantes. El más humilde de los seres del mundo que cree en Allah y sus obras es más inteligente que aquellos.
Hay un viejo símbolo de origen persa que explica cual es la situación del hombre. Ustedes lo habrán leído en algunos libros y dice que el hombre es como un carruaje guiado por dos caballos, que debido al estado en que se encuentran, viajan por cualquier parte; los caballos no están bajo las órdenes del cochero, sino que se dirigen a dónde quieren, se meten en los terrenos más peligrosos, con riesgo del carruaje, de sus ocupantes y del cochero que los maneja. Dentro del carruaje, dicen los hombres que saben, está el dueño, que es llamado el amo, que no puede ejercer ningún tipo de acción sobre el cochero, porque éste se encuentra dormido y cuando le habla, éste no lo escucha. El amo habla con palabras de la Verdad, el cochero está sumido en el sueño de la mentira y no entiende las instrucciones del amo. El cochero, que simboliza en esta alegoría, la inteligencia del hombre, no es el que conduce el carruaje, sino que es dirigido por los caballos desbocados que lo llevan a cualquier parte. Los caballos desbocados son las emociones del hombre, y éstas son las que dirigen su vida, desde lo más inocente, aparentemente, como son los gustos y las ganas o falta de ganas, hasta lo más complicado que son las relaciones que establece el ser humano con su entorno, con los demás seres humanos y con su vida. Entonces, el terreno de batalla, el campo de batalla del hombre común está en el campo de las emociones. Su inteligencia, muy pocas veces actúa para evitarle males mayores y por supuesto, como dicen los hombres sabios, la voz del amo, que es el alma, es absolutamente desoída.
Este carruaje, conducido por caballos desbocados no va por el Siratta al-Mustaquim, no va por El Camino Recto, sino que va por cualquier parte. En estas condiciones, el hombre cree que hace cosas, cuando en realidad es arrastrado por los caballos, o sea, por sus emociones; lamentándose permanentemente por los errores cometidos.
En esas emociones se desarrollan las pasiones y éstas son el terreno del infierno. El infierno es el alejamiento absoluto del hombre de la Verdad.
Dijo el Profeta Muhammad que los Musulmanes iban a ser tan numerosos como la espuma del mar y tan huecos como ella.
La Verdad está alejada del hombre actual y se le llama Verdad o Realidad a la mentira. El hombre que dice “esto es real” está diciendo esto es mentira. Toman la Verdad como aquello que ocurre. El hombre sin saberlo se dirige a la mentira.
Por problemas técnicos no se pudo grabar la totalidad de ésta charla. Pudimos rescatar los párrafos que constituyeron la primera parte de éste Sojbet.
Sohbet pronunciado por Abdul Qader Baba con fecha 13 de Abril de 2002.