Diálogo de dos santos
No hay divinidad si no es la de Allah, el Dios Único, y el último de sus profetas es Muhammad, la Bendición y la Paz del Señor sean con Él, y con los 124 mil profetas y enviados que lo precedieron. Todos vinieron a decir lo mismo, todos fueron repudiados y maltratados, todos tuvieron que luchar para hacerle comprender a los hombres su olvido, y todos dejaron un mensaje, y el último es el Profeta Muhammad (P.y B.), para el último ciclo de esta humanidad.
Dice un hadiz del Profeta, la Bendición y la Paz del Señor sean con Él, que uno de los más bellos paraísos está en Medina, en su mezquita, entre su tumba y el mimbar dónde él hablaba. Los que hemos tenido la suerte de hacer el hajj y luego hemos ido a Medina hemos estado en ese lugar.
Cuenta una muy antigua tradición, que en uno de esos paraísos bellos, uno de los más bellos, estaban conversando Mevlana Rumi y Hazret Pir al Nureddin al-Yerrahi, acerca de este camino del tasawuf, como lo hacen dos viejos amigos, dos viejos compañeros, paseándose por los espacios de esos bellos jardines.
Y dicen que cada uno de ellos tenía el mismo aspecto que tenían en la tierra, pero 70 veces más bello.
Hazret Pir al Nureddín Al -Yerrahi era un hombre bello, de estatura mediana, de barba castaña clara, de ojos claros, con una voz dulce. Había nacido el mismo día que el Profeta Muhammad (P.yB.), y así lo describen los que lo conocieron vivo, y los que lo vieron muchos años después de su muerte, que Allah bendiga a todos ellos.
Entonces, mientras conversaba acerca del tasawuf, Hazret Pir que vivió mucho tiempo después que Mevlana Rumi le preguntaba como eran las cosas en su tiempo, y conversaban como dos viejos compañeros de ruta. El diálogo fue el siguiente:
-En mis tiempos las cosas no eran tan perfectas como tu crees Hazret Pir-
Hazret se asombraba.
-¿Cómo?, ¿En tus tiempos, las cosas ya no eran tan perfectas?
yes»> -No, sin embargo no eran tan imperfectas como en tu tiempo, pero ya no eran perfectas.
-¿Y en que consistía la imperfección?- Le preguntó Hazret Pir, fijando en Mevlana Rumi esos hermosos ojos claros.
Mevlana Rumi le dijo -Bueno mira, ya había algunos sheijs que no eran perfectos, pero eran minoría, y los sheijs que eran perfectos reconozco que eran más perfectos que los sheijs de tu época. Eran hombres que habían llegado a recorrer el camino de ida y de vuelta, es decir que habían llegado hasta el fondo de sí mismos, habían reconocido todo lo que eran ellos y a reconocer en forma completa a su Creador. Y repitiendo las palabras de nuestro Santo Profeta -dijo Mevlana- «Aquel que se conoce a sí mismo conoce a su Señor». Estos sheijs de los que hablo -continuó- habían regresado y le habían enseñado a otros a hacer ese camino. Había muchos, y en sus manos sus derviches podían entregarse como el cadáver que se entrega en las manos del lavador, con confianza. Su viaje de retorno iba a ser facilitado en la medida de la entrega que tuvieran. Yo conocí a muchos de esos Sheijs perfectos, y los sheijs imperfectos en mi época eran fáciles de reconocer y pocos.
-Ah –dijo Hazret Pir- que diferencia con mi época.
-¿ Porqué?
-Porque yo te diría que en mi época la cantidad de sheijs falsos habían igualado a los sheijs verdaderos, y no eran reconocibles, porque tenían el mismo discurso que los sheijs verdaderos, pero no hacían lo mismo que sus bocas decían. Era tan evidente, en algunos de ellos que todavía había posibilidades de escaparse de ellos, pero otros no se reconocían.
-Gran desgracia – dijo Mevlana Rumi: – gran desgracia.
-Cómo se sentaban tus discípulos alrededor tuyo en tu época, Mevlana Rumi?.
-Los más necesitados se sentaban cerca de mí, y los menos necesitados, lejos de mí, de manera que mi círculo íntimo estaba formado por los mas ignorantes, y los otros ya no necesitaban estar tan cerca mío para aprender.
-Ah! Que tiempos los tuyos Mevlana, ahora ya no es así. Ahora se mezclan, los que están sentados alrededor mío algunos si me necesitan y son ignorantes. Pero otros creen que el poder que ellos tienen, que su posición dentro de la tariqa, está relacionada con la proximidad a mí.
-Que lástima -dijo Mevlana- Y dime una cosa Hazret Pir, los sheijs de tu época ¿ven en el corazón de los derviches?
–Creo que todavía sí, los verdaderos, por baraka del Señor. Los falsos ni siquiera pueden verse las narices.
-¿Y que habrá pasado después de nosotros?.
-Ah Mevlana, si tu supieras. Hace poco estuve conversando con un derviche mío, Sefer Efendi de Estambul que murió no hace mucho, y me contó que así como en tu época se contaban con los dedos de la mano los sheijs falsos, ahora se cuentan con los dedos de una mano los sheijs verdaderos.
-¿Y el resto?
- Son de poco fiar.
-¿Y cómo se las arreglan? -se hizo un silencio.
-Hazret dijo -Pero de todas maneras no hay mucho de que preocuparse porque tampoco los derviches son como eran en nuestros tiempos.
-¿Y cómo hacemos para que nuestra enseñanza siga?
-Creo yo que ahora el asunto no esta en los grandes sheijs, sino en los buenos derviches.
-Pero tengo entendido que hay sheijs tuyos en todas partes, hasta me he enterado que hay uno en la Argentina, país que yo no conocía en mi época.
-Yo tampoco lo conocía. Sí, en aquel lejano país, con otras constelaciones en el cielo. Pero no son sheijs.
-¿ Que son?
-Digamos que aspirantes a sheijs.
-¿Y cómo se las arreglan? - Allah hutallah ha tenido que extremar su misericordia y esos sheijs que son imitadores, algunos de ellos se esfuerzan en la medida de sus escasas posibilidades. Con la mano de los derviches que están dispuestos a ayudarlos quizás consigan el 15 por ciento de lo que conseguiste tú en tu época y el 5 por ciento de lo que conseguía yo. De manera que hoy lo más importante no son los sheijs sino los derviches.
Salam aleykum
Sohbet pronunciado por Abdul Qader Baba con fecha 27 de Abril de 2002. Parte I.