El hombre, una incógnita para sí mismo
Bismillahir-Rahmanir-Rahim
A lo largo de todos estos años, me he convencido y cada vez estoy más convencido, de que el hombre es una profunda incógnita para sí mismo. Es decir, pese a todas las explicaciones que nos den a cerca del hombre, desde un punto de vista, religioso, filosófico, sociológico o de cualquier otra disciplina, el hombre sigue siendo una gran incógnita para sí; esto tiene una característica muy especial: el hombre no se da cuenta de que es una “incógnita”, y se explica a sí mismo tratando de minimizar y facilitar la comprensión que tiene acerca de sí con la razón; o sea, el hombre con su razón se explica a sí mismo.
El hombre trata de encontrar una justificación lógica, porque dice tener una mente lógica tras todos sus actos, aunque algunos de sus actos sean bastante extraños. El hombre dice tener poder de voluntad sobre sí mismo, dice que puede encauzar su vida como él quiera y dice que la vida que tiene es producto de lo que él quiso que fuera, y si no lo dice en voz alta lo siente. Sin embargo, los hombres que saben más que nosotros, los que llamamos hombres sabios, los videntes, (no damos a la palabra vidente la connotación o significado corriente, sino el sentido de ver mas allá de los que vemos nosotros), son los Profetas de todas la religiones y los maestros de todas la religiones, aquellos conocidos y aquellos no conocidos. Esos hombres sabios y videntes dicen, que el hombre está en un estado muy inferior a lo que debería ser un hombre, esto lo repetimos permanentemente, sin que nadie quede convencido de nada. Estoy absolutamente seguro, de que ninguno de nosotros está convencido de que la cosa sea así, y el tema de que el hombre se encuentre en un estado infrahumano, de animal razonativo, en un estado mecánico, de sueño o en un estado hipnótico, etc., se toma como algo teórico, como si uno hablara de una teoría; las teorías pueden ser o no pueden ser, las teorías mientras no se comprueban son eso, nada más que teorías u opiniones. Todo queda dentro del campo de lo opinable, opinamos que el hombre podría llegar a ser esto, pero no nos interesa comprobarlo, y podríamos decir que tampoco tenemos mucho tiempo para comprobarlo, porque estamos muy ocupados en nuestras propias vidas; entonces no nos interesa y no tenemos tiempo.
Nuestras vidas están ocupadas en resolver otros problemas más inmediatos y tangibles: el problema económico, la familia, la salud, y algunos otros problemitas que podríamos llamar existenciales. Todos pasamos por algún momento de crisis, todos hemos pasado por crisis; a los dieciocho, a los veinticinco, a los treinta años, la crisis de los cuarenta, la crisis de los cincuenta; crisis y crisis. Pero tratamos de resolverlas rápido, porque no nos gusta sufrir; es decir, sí, nos gusta sufrir, pero nos gusta sufrir en lo que conocemos, no nos gusta sufrir en lo que no conocemos. Si es una crisis, es un sufrimiento desconocido, mientras que el sufrimiento que tenemos en forma cotidiana es conocido y es tan conocido que nos hemos acostumbrado a él, igual que nos hemos acostumbrado a nuestro propio olor. Cada uno de nosotros olemos de una forma determinada, eso lo saben nuestras mascotas y por eso nos reconocen, pero el olfato del hombre está atrofiado, estamos acostumbrados a nuestro propio olor aunque sea feo, y ése es el olor de nuestro sufrimiento de todos los días.
Una crisis nos trae cosas nuevas, nos pone inquietos, entonces, ¿qué hacemos? Tratamos de pasar la crisis bien rápido, sin demasiadas preguntas y sin preguntarnos a qué se debe o achacando la crisis a cosas muy extrañas, por ejemplo: la familia, el medio ambiente, un problema romántico, algo que nos salió mal, una novia que nos dejó, que nos engañó, un novio que nos dejó frente al altar; aunque ahora no se va al altar ¿no?, mejor en algún lado, la parada del ómnibus, o cualquier otra cosa.
No nos damos cuenta de que la crisis no proviene de un hecho externo, porque alguien nos dejó, porque estamos mal con papá o con mamá, sino que proviene de un hecho interno. La crisis comienza adentro, en un lugar oculto nuestro, y se manifiesta afuera, pero lo que nosotros vemos y tomamos como causas, son los efectos de la crisis interna. Nosotros hablamos de causas, diciendo que la crisis es producto de mi familia, producto de la novia que me dejó, producto de lo que fuese, pero eso es el efecto. La causa es interna y oculta, no la conocemos, podríamos decir que ésa crisis externa que se manifiesta en estas cosas que digo, no está directamente relacionada con la crisis interna que la provocó. Decía el Profeta Muhammad (BP), que el origen de todos los actos humanos está en la intención; en la intención que está oculta en el hombre: “y la intención -decía el mismo Profeta (BP)-, es más difícil de ver, que una hormiga negra, en una piedra negra, en una noche sin luna”. Con lo cual, el Profeta (BP) estaba mas allá de la propuesta filosófica o como quieran ustedes llamar, estaba aludiendo a un hecho psicológico específico, que hoy día ha sido descubierto por la psicología moderna. Cuando el Profeta (BP) decía que la intención, es más difícil de ver que una hormiga negra, en una piedra negra, en una noche sin luna, estaba hablando del inconsciente del ser humano, donde se producen y generan las intenciones de los actos. Por supuesto, en aquel entonces la psicología no era conocida como tal, no había nacido aún Sigmund Freud, no se sabía que existía el inconsciente; es decir, existía el inconsciente evidentemente, pero no se lo podía llamar “inconsciente”, y en un discurso religioso, menos que menos. Entonces, ¿cuál es la situación del hombre, en cuanto a ése enorme desconocido para sí mismo? Porque todos los que estamos aquí, incluido yo, podemos decir: “No, no es cierto yo me conozco” ¿Verdad?
El hecho concreto y real, lo creamos o no, es que el hombre no se conoce.
El Profeta Muhammad (BP) dijo: “conócete a ti mismo y conocerás a tu Señor”, y el conocerse a sí mismo, era una de las premisas fundamentales en las escuelas pitagóricas, donde se decía: “conócete a ti mismo”.
Qué es, el famoso “conocimiento de uno mismo”, a qué se refiere, ¿qué es lo que hay que conocer? Bueno, acá entramos en un terreno sumamente difícil.
Todo lo que yo voy a decir ahora es simplemente un modo de decir, un modo de hablar, un modo de definir lo indefinible, un modo de aludir a lo que es difícil aludir. Pero como somos seres humanos, y nos comunicamos a través del lenguaje, en principio, tengo que apelar a este lenguaje, que es muy limitado para explicar cosas que tienen una amplitud infinita. No tomemos lo que voy a decir, como al pie de la letra, sino como una aproximación, simplemente voy a decir las cosas tal cual fueron dichas antes de mi, porque simplemente soy un repetidor.
Dicen los hombres sabios, los hombres videntes, los que han visto la realidad que nosotros no vemos, que el hombre está compuesto de tres partes: espíritu, alma y cuerpo. Por supuesto, esta división tripartita (espíritu, alma y cuerpo), la hemos escuchado en casi todos los discursos religiosos; lo que no podemos decir, es que este espíritu, alma y cuerpo, sea exactamente algo divisible en: espíritu, alma y cuerpo. Pero evidentemente de los tres componentes, el cuerpo sí, acá está. Ahora, si este cuerpo tiene un alma y ese alma registra un espíritu, eso es otra cuestión. Pero de todas maneras, todas las religiones reveladas, las religiones de Asia, medio oriente y las precolombinas, dicen de laguna manera, aunque no con las mismas palabras, que el hombre tiene un alma, y podrá ser llamada de cualquier otra manera que ustedes hayan leído o como se hayan imbuido en esta cuestión.
Vamos a entrar de lleno en cuál es la situación del hombre. El Islam y por supuesto el sufismo, que es la tradición en la cual estamos nosotros inmersos ahora, dicen que el hombre tiene una esencia a la cual podríamos llamar “alma”, y una personalidad a la cual llamamos “ego” o “Nafs”, la situación del hombre es que su alma está dormida y su Nafs o ego, está hipnotizado. Nunca hablamos de esto, bueno, alguna vez hay que hablarlo ¿no? El alma está dormida y el ego está hipnotizado. Vamos a empezar por lo más evidente: el ego, lo psíquico, lo que los psicólogos llaman la “psiquis” del hombre. En realidad la palabra psique es de origen griego y quiere decir alma, pero hoy por hoy el tema del alma ha sido abandonado por la ciencia moderna y se le llama simplemente psiquis, eliminando el tema del alma. La psiquis tiene, como hablaba con un psicólogo, el soporte físico acá (la cabeza), o sea, el cerebro. Lo que me decía este psicólogo en la conversación que mantuve con él, es, que no se sabe en qué parte del cerebro está la psiquis, pero que evidentemente, sin cerebro no hay psiquis.
La ciencia moderna está descubriendo, que ciertas funciones del hombre, tienen su ubicación física en ciertas zonas del cerebro. Para la memoria, hay determinada zona del cerebro, para la emociones, hay otras zona del cerebro, y para el razonamiento otra, esto ya está identificado, pero la psiquis, como psiquis, que es un término bastante ambiguo, no tiene ninguna ubicación. No podemos decir que la psiquis está en una determinada parte del cerebro, posiblemente esté en todas o en ninguna parte del cerebro, eso, no está aún determinado por la ciencia. Entonces, dicen los sufis, que el hombre está dormido, eso ustedes lo escucharon hasta el cansancio, también dicen algunas ramas de los sufis, que el hombre es una máquina, hoy le vamos a agregar otra cosita más. El hombre está hipnotizado, vive hipnotizado y muere hipnotizado ¿será cierto? Y si fuera cierto, ¿quién lo hipnotiza? Viene alguien al lado de la cuna cuando nacemos y nos hace así, y dice, “Tú vivirás hipnotizado”, no.
En los últimos tiempos, aquí, hemos propuesto algunos ejercicios con respecto a entrar de lleno en nuestros primeros años de vida, los recuerdos que tenemos con nuestros padres, etc. Hoy por hoy, hay muchas ramas de la psicología moderna, como por ejemplo, la psicología cognitiva, la gestalt, lo que se llama ahora constelaciones familiares, etc. Todas estas ramas de la psicología moderna, apuntan a esto que estamos hablando, e incluso el famoso eneagrama apunta a nueve tipos psicológicos, que están alrededor de una famosa figura de nueve puntos, que introdujo Gurdjieff; se dice que es de los sufis pero no vamos a entrar en eso.
Todo apunta a que el hombre está bajo un influjo hipnótico. Volvemos a plantear la pregunta: ¿Quién hipnotiza al hombre? ¿Por qué está bajo un influjo hipnótico? ¿Cómo funcionan los influjos hipnóticos?
Todos los influjos hipnóticos actúan en el inconsciente, no hay ningún influjo hipnótico que actúe en el consciente. Los influjos hipnóticos son modelos que han sido implantados en el inconsciente del hombre por el hipnotizador, actúan como una orden que viene del inconsciente y que el hombre recibe (ya despierto de su estado hipnótico), y hace que el hombre haga cosas sin saber por qué las hace. Por ejemplo, en una sesión hipnótica, esto es muy sabido y en hipnosis clínica se sabe, se hipnotiza a una persona y se le dice en estado hipnótico: “cuando escuches que te preguntan, qué hora es, vas a tener un irresistible deseo de rascarte la nariz”. Estoy diciendo cualquier cosa, pero funciona así, exactamente como estoy diciendo. Entonces, el mismo que hipnotizó, terminada la sesión, le pregunta a su hipnotizado, (que ya no está hipnotizado, ya está en un estado normal); “¿qué hora es?”. Y le responde “dieciocho y treinta”.
Bueno, ¿Quién fue nuestro hipnotizador? ¿Cómo actúan esos impulsos en nosotros, ahora que somos grandes? Por qué un derviche me dice: “yo quisiera cambiar y no puedo”. Por qué un derviche me dice a mí, “yo quisiera dejar el carácter que tengo y es imposible”; ¿hay una fuerza que me arrastra? Hago esfuerzos terribles, porque comprendo que mi carácter me lleva siempre a situaciones muy embarazosas, pero no me puedo resistir a esa situación: ¿por qué? Es una pregunta que tenemos todos.
Pese a comprender que mi carácter tiene que ser cambiado, que me juega malas pasadas, y que me meto en la cabeza que el Profeta Muhammad (BP) era el de mejor carácter; me bombardean con eso todos los sábados y la religión me lo dice: están los hadices del Profeta (BP), está el Corán y está el Sheij que jode todos los sábados con lo mismo; ¿por qué definitivamente cuando se produce el acontecimiento, hago lo que hago siempre y no puedo dejar de hacerlo? Porque como me decía el otro día una derviche, a quien le dije que le iba a usar la frase porque me gustó, “yo siempre hago las mismas cagadas pero más informada”. Es extraordinario, ¿No es cierto? Es exactamente nuestra situación, estamos cada vez más informados pero hacemos siempre las mismas cagadas. ¿A qué se debe? Cada vez sé más partes del Corán de memoria, cada vez se más hadices del Profeta (BP), cada vez se más de memoria lo que dicen los sheijs, pero siempre hago las mismas cagadas, siempre que me tengo que enfrentar con mi mujer, me sale el egoísta y no puedo. Yo digo: “pero no tendría que ser así”, y lo hago, ¿por qué? Porque esa persona, estoy seguro, no quisiera hacerlo, ¿cuándo se le implantó eso a ese chico?
Según los hombres sabios, en los primeros siete años de nuestra vida, nuestros padres, tutores, encargados, o nuestro entorno, nos metieron el programa en el inconsciente; y a raíz de ese programa, a raíz de ese software, yo voy a actuar toda la vida. Tengo una orden post-hipnótica, ¿por qué? ¿lo hicieron a propósito? No, mis padres o tutores o la sociedad donde yo me he criado, están obedeciendo a un mito cultural, y a un mito familiar. Hay un mito cultural, si yo estoy en una sociedad judeo-cristiana, tengo un mito; por ejemplo, hay un mito muy arraigado que dice: “Ganarás el pan con el sudor de tu frente”, para ganar dinero tengo que trabajar y si yo no trabajo mi familia, mi entorno y todos van a decir que soy una porquería, un vago, etc. ¿Quién me lo metió todo eso en la cabeza? ¿Está bien?, ¿Es un mito? Lo dicen las sagradas escrituras, lo tengo que hacer. Pero después está el mito familiar, ¿qué decían mis padres acerca de eso? ¿Yo tenía un padre que decía que trabajan nada más que los estúpidos? ¿No hay que trabajar? ¿Me crié en un medio ambiente criminal? ¿De ladrones? ¿Qué pasó con mi papá y con mi mamá? ¿Eran padres ausentes? ¿Presentes? ¿Estaban? ¿Se fueron? ¿Me criaron bien? ¿Me criaron mal? ¿Qué vi en esos siete años? ¿Qué palpé? ¿Qué absorbí? ¿Qué escuché? Porque también se escuchan los silencios. Puede ser que yo en esos siete años, no haya visto nunca que mi papá besara a mi mamá, o que le dijera “Amor mío ¿cómo estás?”. ¿voy a poder decir cuando sea grande “Hola Amor mío ¿cómo estas?” a mi esposa, si no lo vi de chico? ¿O tendré una enorme resistencia? ¿De dónde viene esa resistencia?, piensen. ¿Vi yo que mi padre engañaba a mi madre o viceversa? ¿Vi yo que mi padre mentía, que era un aprovechador, que era un abandónico con mi madre? Porque un chico ve más de lo que ustedes piensan que ve, un chico huele, un chico absorbe como una esponja. Nunca vi a mi papá darle un beso a mi mamá, entonces, cuando sea grande es muy difícil que le pueda dar un beso a mi esposa. Me va a costar mucho esfuerzo. Entonces, cuando soy grande, soy un tipo que no tengo conexión con mis emociones, y me cuesta una barbaridad, no soy feliz, ni hago feliz a mi pareja, ni nada por el estilo. Esto es un pequeño ejemplo, puede haber otros. Ustedes pueden decir en este momento “me parece que su ejemplo es demasiado extremo y me parece que no debe ser tan así como usted lo presenta”, yo lo presento como me lo contaron, les toca a ustedes averiguar qué hay de cierto o de mentira en esto que estoy diciendo. No me lo contó el vecino de al lado de mi casa, me lo contó mi Sheij. Así como él me invitó a que yo investigara en mi niñez, los invito a ustedes que hagan lo mismo, no me crean, no es necesario. Desde este punto de vista, el hombre está hipnotizado, su personalidad no refleja su alma.
Pero, ¿cuál es el gran drama del alma? El drama del alma es, que como está dormida, se impregna de los actos del ego y toma la forma del ego, entonces, se convierte en un alma pecadora, errada por los errores del ego, porque el alma está dormida. Podemos llegar a decir, “no tenemos salida”, pero sí tenemos salida, porque Allah en su enorme misericordia le ha dado al alma la posibilidad de despertarse, en cualquier momento y en cualquier situación, y darse cuenta que eso que está actuando afuera, no es ella misma, sino una personalidad adquirida. Aquí comienza el trabajo de “des-hipnotizar la personalidad”, porque aquí pasa otra cosa; mientras la personalidad no se des-hipnotiza y se libera de todos esos mecanismos, el alma no está liberada de todo eso que la personalidad le encajó como reflejos electromagnéticos; este es el drama del hombre. Ese es nuestro drama. Me contaba alguien hace poco: “Yo tengo graves problemas con la autoridad masculina porque me llevé muy mal con mi padre”. Bueno, está actuando como un nene de siete años, cuando ahora tiene cincuenta. ¿Está actuando libremente o está actuando porque se llevaba mal con el papá? Si la autoridad con la que se tiene enfrentar ahora es un Sheij o es el jefe del empleo donde está, ¿qué tiene que ver el Sheij o el jefe con el papá?, no tiene nada que ver, sin embargo, repite los mismos mecanismos, quiere cambiar y no puede, o le cuesta mucho.
Volvemos a lo que dijimos al principio de la charla. Según los hombres sabios, los hombres videntes, los Profetas, según los libros religiosos, en su sentido más profundo, el hombre está en un doble drama: tiene el alma dormida y la personalidad hipnotizada. Islamizar la personalidad sería des-hipnotizarla, plantearle a la personalidad un mito diferente al que traía. Porque ustedes pónganse en esta situación, el mito que vivían los árabes de la época del Profeta (BP), era muy distinto al mito que introdujo el Profeta (BP), totalmente diferente. El Profeta (BP) trajo un nuevo paradigma, una nueva forma de actuar, de pensar y de ser, que se oponía totalmente a la forma de actuar, pensar y ser de los árabes de aquel entonces. Los vino a des-hipnotizar del paradigma anterior que los hacía ser como eran: pendencieros, bebedores, paganos, etc. La islamización de esos pueblos en aquella época, fue una tarea gigantesca, que está absolutamente por encima de todo lo que podemos imaginar. Háganse ustedes una idea, tribus salvajes que no respetaban a las mujeres, que mataban a sus hijas, que raptaban a las mujeres que les gustaban; viene un hombre desconocido y empieza a plantear un paradigma diferente, que no tiene nada que ver con eso. Háganse la idea, en veinte años, que no es nada para una sociedad, introduce y fija el nuevo paradigma que después se hace universal, ¿y con qué hizo todo esto el Profeta (BP)?, con la palabra.
Yo hablé de la palabra el sábado pasado, la palabra; porque la palabra, no es “la palabra”, es lo que se dice desde la palabra. El Profeta (BP) vino a plantear una cosa diferente con la palabra y él, ex profeso, no hizo milagros, o pocos. Los convenció con una magia más fuerte que cualquier milagro: la palabra. Ubíquense en la época, la situación, ubíquense en el cambio de paradigma, el cambio de mito social; una sociedad pagana, cruel, nómade, donde cada tribu era un rancho aparte; el cambio a una sociedad unida, que después transmitió ese mensaje con gran velocidad al resto del mundo. Cuando las hordas de los mongoles asolaron el extremo y medio oriente, en cien años, los mongoles se islamizaron todos. ¡Cien años! ¿Cuánto son cien años?, tres generaciones, cuatro a lo sumo. Eran todos musulmanes. ¿Quién hizo eso? Los musulmanes que estaban en las tierras invadidas por los mongoles, los sheijs sufis, naqshbandis, shadilíes, jerrahies, qadiries, que se quedaron y formaron parte de la administración de los mongoles; la palabra. El inconsciente hipnotizado se hace evidente a través de lo que decimos y para des-hipnotizarnos hay que hablar, escuchar y hablar, ésa es la magia suprema del ser humano, la palabra. Todas las calamidades que cayeron sobre faraón, en la época que Musa (P) fue a discutir con él la existencia de un Dios Único, no hicieron que faraón cesara en perseguir a los unicistas, lo convenció la palabra de Aarón (P); la palabra. Jesús dijo: “Levántate y anda”, Yibril dijo: “Lee en el nombre de tu Señor”. Allahu ta’ala dijo: “Hágase la Luz”; y la Luz se hizo.
¿Que diferencia a los animales de los hombres?, la palabra. ¿Qué está primero, el pensamiento o la palabra? Ustedes dirán “el pensamiento”, no, la palabra. La palabra hace al pensamiento, no el pensamiento a la palabra. Me lo van a discutir, me van a decir que no, pero no importa. Estamos todos hipnotizados, nos han metido un programa desde chicos; mientras nuestro ego está hipnotizado, nuestra alma no tiene posibilidades de despertar, pero el alma, debido a la misericordia del Señor, está en un estado de dormida-despierta y cada tanto recuerda que es un alma. Entonces al hombre se le crea una inquietud que no le viene del ego; el ego no se inquieta por esas cosas, no conoce; le viene del alma. El alma se inquieta, porque de alguna manera dice: “esto no soy yo, yo no soy este idiota que está cometiendo todas estas barbaridades en nombre mío”. ¿Qué tengo que ver yo con el programa que me metieron de chiquito?, que no es capaz de darle un beso a nadie porque no vio nunca que su papá y su mamá se besaran. ¿Qué tengo que ver yo?, dice el alma. Esa inquietud, que yo expreso de esta manera, pero que no es exactamente así; esa inquietud, en los momentos en que el alma se despierta, porque se despierta cada tanto, la pone en un estado especial; entonces el alma empieza a buscar razones, empieza a tratar de recordar quien es. Evidentemente, una de las primeras cosas que surgen al alma que tiene cierto grado de despertar, es: “yo, este idiota no soy” o dejemos la palabra “idiota”, “yo no soy éste, no puedo ser, no puedo ser”. Si esa inquietud se mantiene y es alimentada, el alma empieza a orientarse con una brújula interior que está en el corazón del hombre, y empieza a buscar lugares, personas que le puedan dar respuesta a esa inquietud y lo hace a ciegas, no sabe como, es como un ciego con un bastón, porque algo recuerda, porque no está dormida del todo, y porque se da cuenta que en la situación en que está, es esclava de ese ego, porque el ego la obliga de nuevo a dormirse, porque la supervivencia del ego depende del sueño del alma. Ahora, ustedes me dirán, ¿porque toda esta situación? ¿Por qué? ¿Dios es injusto?. Dijo Allahu ta’ala: “Yo era un tesoro escondido, y he creado todo para conocerme”, éste es el precio de conocerse.
Assalamu alaykum.
Sohbet pronunciado por el Sheij Abdel Qader Al Halvetti Al Yerrahi en el Dergah de Buenos Aires, Argentina, el dia 29 de Marzo de 2008.