Obstáculos del buscador

Bismillahir-Rahmanir-Rahim

El sábado pasado estábamos hablando de las etapas del camino, de la dificultad de las etapas, de los propósitos que nos han llevado a lo que entre nosotros llamamos “la búsqueda espiritual”. Es casi natural que ese objetivo vaya cambiando con los años, hasta que finalmente el viajero pierda de vista por qué empezó el viaje. Cuando el viajero pierde de vista por qué empezó el viaje, tal vez es cuando mejor está predispuesto al viaje.

La primera etapa de este supuesto viaje, consiste en una pérdida de las falsas ilusiones que tenemos acerca de nosotros mismos. La segunda etapa del viaje consiste en descubrir los tesoros que tenemos, con la paradoja de que las falsas ilusiones que tenemos acerca de nosotros mismos son nuestras y los tesoros no son nuestros.

Todos en alguna medida, y es natural esto, nos forjamos ilusiones acerca de nosotros mismos, acerca de nuestras capacidades, nuestras posibilidades, nuestra comprensión y nuestro carácter, y somos extremadamente indulgentes con nosotros mismos, somos muy indulgentes. Primero, no nos vemos bien, nuestros principales defectos están fuera de nuestra vista, tenemos como un factor ciego que no nos permite ver bien. Segundo, que aún en el caso de descubrir algunas fallas, somos muy indulgentes con nosotros. No somos duros con nosotros mismos, y cuando somos duros con nosotros mismos caemos en la enfermedad psicológica: la obsesión, el fanatismo, la neurosis, etc. De manera tal que evidentemente, el hombre no está preparado para ser demasiado duro consigo mismo.

Aquellas personas que son muy duras consigo mismas, se cristalizan y finalmente no solamente son duras con ellas mismas, sino que también son duras con todo su entorno: con la pareja, los padres, los hijos, con los amigos, etc. Eso encierra una gran ignorancia en el hombre ¿no? Pero, en general somos blanditos con nosotros mismos, no está mal ni bien, es simplemente así. Entonces, necesitamos alguien que nos vaya indicando qué hacer y cómo hacerlo, siempre y cuando, admitamos tener a alguien que nos vaya indicando, no siempre se da.

Muchas veces no queremos tener a nadie que nos indique nada y nos convertimos en nuestro propio guía, nos parece que nadie puede indicar mejor nuestra propia marcha. Generalmente esas personas son personas de carácter solitario, que se las han tenido que arreglar en la vida como han podido, personas que, en ese “arreglarse en la vida”, no han tenido una guía; no han tenido un padre, un hermano mayor, un profesor al cual admirar, un consejero, y como más o menos se las han arreglado en su vida, finalmente adquieren una gran confianza hacia sí mismos: “si yo mes las arreglé siempre, me las voy a seguir arreglando solo”. Esas personas son muy difíciles de ser guiadas, se resisten porque han llegado a la conclusión de que se las pueden arreglar muy bien solos. Una de las características de ese buscador es que está en un lugar, pero siempre aplicando su modelo solitario. No puede salir de ahí. No consigue alcanzar un grado de confianza para depositarlo en otro que no sea él mismo.

Después están los otros derviches, los excesivamente crédulos. Los que caen muchas veces en manos de guías espirituales que se aprovechan de la excesiva credulidad de ese tipo de buscador. Son los que están dispuestos a creer cualquier cosa, es más, cuanto más fantástica es la cosa a creer, mejor la creen. Entonces, si alguien les dice que el guía se hace invisible haciendo el Fátiha, se lo creen. Si alguien les dice que el guía puede estar en dos o tres lugares a la vez, lo creen. Ese es otro obstáculo en el camino, así como es un obstáculo, aquél que no puede ponerse en manos de nadie. Porque, así como se le hace muy difícil a aquella persona que no es capaz de poner su confianza en otro, porque se las ha arreglado siempre solo; está aquél otro que se cree cualquier patraña, cualquier tontería, y cuanto más grande es el bulo, más se lo cree. Entonces estas personas caen en manos de Sheijs milagreros, milagrosos, “kutub”. Estas personas no tienen espíritu crítico y al no tener un espíritu critico y justo, son presa casi de cualquier tontería. Sin embargo, un espíritu crítico obsesivo también es un obstáculo.

Luego, está el buscador que en lugar de comportarse como un peregrino, se comporta como una mariposa. Hoy una flor, mañana otra flor, pasado otra flor; libando y corriendo por distintos jardines, libando en distintas flores, sin quedarse en ningún jardín. Es una linda forma de escapar ¿no?, es otra versión del que no quiere ponerse en las manos de nadie, porque eso de no ponerse en las manos de nadie tiene varias versiones. Está la versión “sorda”, algo que no se ve, no se nota, no se oye, está ahí atrincherado en si mismo. Y la otra, la que es “evidente”, que va y viene, que se va, que se queda, que vuelve, que no se va…

Hay un libro de Muzaffer Osak Efendi, donde él hace una síntesis de la clase de Sheijs que hay: el Sheij del gorro, el de la capa, el parlanchín. Yo estoy haciendo una síntesis de los derviches.

Está el derviche que al menor obstáculo que se le cruza en el camino, se asusta o se ofende, y se retira. Los obstáculos pueden ser de distintas características, por ejemplo: si a un derviche, el Sheij deja de interpretarle sueños por dos o tres reuniones, el derviche quizás se ofende, se va y no vuelve más. O quizás, la interpretación que el Sheij hace de un sueño no coincide con la auto-interpretación que el derviche hace del sueño, entonces se ofende. Aquí ha habido casos de interpretaciones, que ha hecho Tosun Baba, no yo, y un derviche al cual se le interpretó el sueño lo sintió como una ofensa personal y se fue. Bueno esa es otra clase de derviche.

Después, están los derviches que se hacen su propio análisis, declarándose puros o impuros. Entonces dicen: “yo no estoy en estado de pureza suficiente como para ir al dergah, estoy en estado de impureza, no puedo ir” y no vienen. Se declaran impuros. Por ejemplo, un tipo que toma vino en la casa, dice: “no, yo tomo vino y soy musulmán, pero no puedo tomar vino, no voy más al dergah porque estoy en estado de impureza”. Hay otros ejemplos: “no hago los salats, ¿para qué voy al dergah?, es inútil”. Es lo mismo que la persona que está enferma y como está enferma, no va a hacerse atender por un médico: “para qué voy a ir al médico, si estoy enfermo”, es una cosa así. No se registra que aquí, los que venimos somos los que estamos en estado de necesidad, los que nos hemos dado cuenta que estamos en estado de necesidad. En estado de necesidad estamos todos, pero algunos nos damos cuenta más y otros menos, entonces cuando el estado de necesidad a uno lo tiene a mal traer, uno busca ayuda. Aquí no vienen los santos, los santos se quedan en su casa, no necesitan venir. Aquí vienen los que se han dado cuenta de su estado de necesidad porque no pueden consigo mismos, no pueden, entonces vienen a buscar ayuda.

Entonces ya tenemos tipificados esos cuatro perfiles psicológicos del buscador. La pregunta que yo me hago y que me gustaría que ustedes también se hicieran, sería: ¿es suficiente estar en “yamma” para seguir el camino en una tarika, o es necesario aparte de estar en yamma, ponerse realmente en manos del Sheij? Porque la yamma es importantísima, es decir, “la comunidad” del Profeta Muhammad (BP), solo no se puede hacer nada. Eso desde ya es así, pero, ¿es suficiente estar en yamma sin ponerse en manos del que la dirige? Es una pregunta, yo tengo la respuesta y creo que ustedes también la saben, pero de todas maneras hay que planteársela. El hecho de que estemos en comunidad, que nos reunamos aquí para estar juntos, hacer actividades en conjunto y demás, no significa que realmente uno esté comprometido en seguir al guía, significa simplemente que mejor que solo, estar acompañado. Mejor que quedarme en mi casa, voy a un lugar donde somos todos musulmanes y hacemos todo lo mismo. Pero, ¿y el segundo paso?

El tema de la confianza es un tema crucial. Si yo llamo a un plomero a mi casa y no tengo confianza en el plomero, voy a terminar arreglando las cañerías yo. Si yo llamo a un electricista y no tengo confianza en el electricista, voy a terminar interviniendo en la instalación eléctrica de mi casa. Entonces, llamo a un plomero y tengo que tener confianza en lo que hace el plomero, hasta que me demuestre que es un chambón, es un término un poco anticuado me parece ¿no? El tema de la confianza es algo importantísimo, en estos caminos es más importante todavía. La otra vez decíamos, siguiendo con la conversación del sábado pasado, que uno se pone en manos del Sheij, lo sigue, le tiene confianza y hace las cosas por amor al Sheij; o uno busca a Allah por uno mismo, solo. ¿Pero tiene sentido buscar a Allah por uno mismo, solo, estando en una tarika sufí? Esa es la pregunta.

Como la primera etapa de este camino es la purificación de los malos estados del carácter, que sirven de velo y que hacen que el hombre olvide su factor de siervo (abduhu), y como está probado evidentemente, que uno mismo no puede ver todos sus defectos; podrá ver alguno, pero no todos, en esa primera etapa por lo menos; es necesario recibir una guía, para que alguien desde afuera, con cierta experiencia, le pueda indicar a la persona por dónde está haciendo “agua”, y la persona tiene que tener la suficiente sinceridad y grandeza de carácter, para admitir que es cierto lo que le están diciendo, es más, tendría que exponerse para mostrar sus calzoncillos, a ver si están limpios o no.

La segunda etapa de este camino es la etapa donde se empiezan a buscar los tesoros. Uno ya ha limpiado toda la mugre. Es una etapa difícil y extensa, cada uno tiene sus tiempos; pero si no se limpia la mugre de la casa no se puede ver donde están los tesoros, porque la mugre, las telarañas y la porquería, lo tapan todo. Una vez que se han descubierto los tesoros, hay que abrir las tapas de los arcones y ver, ese es un trabajo en donde el derviche ya está más solo con Allah; es una forma de decir eso de que “se está solo con Allah”, con Allah estamos solos siempre. Pero, desde un punto de vista psicológico, al principio necesitamos otra cosa, es como: “yo era un tesoro escondido y para conocerme tuve que crear los mundos”, yo era un tesoro escondido y para conocerme me tuve que inventar un Sheij, o me tuve que poner en las manos de un Sheij, es más o menos igual.

Entonces, en esta otra etapa donde empiezan a salir a relucir los tesoros que todos tenemos y todos hemos traído por derecho de cuna, el trabajo se hace más interno. Es un trabajo donde el papel del guía como que se va diluyendo y la persona va encontrando su propio guía interior. Pero lo cierto es, que mientras no quede ningún rastro de todas esas deficiencias del carácter que todos tenemos, puede haber rasgos escondidos de esas deficiencias de carácter que nos jueguen malas pasadas, si no estamos en manos de alguien que nos indique la ruta.

Todos conocemos más o menos a ciertos Sheijs, que no han tenido ningún Sheij por encima de ellos que les indicara las cosas ocultas que no pudieron ver por sí mismos, que han terminado en desastres totales. Aún tenemos ejemplos recientes, fresquitos, habiendo derviches que han pasado muchos años en manos de Sheijs, y no han podido con algunos rasgos muy fuertes y negativos de su carácter, que finalmente los han vencido. Tenemos ejemplos en nuestra tarika, tenemos ejemplos en muchos lugares, y Allah me libere de ser un ejemplo yo mismo, que también podría ser.

Por eso el tema de la guía en la primera etapa es fundamental, pero para eso hay que tener confianza en el guía. Sino se tiene confianza en el guía, si uno no se entrega al guía, si uno siempre está guardándose algo en el bolsillo para no mostrarlo, si uno es parco en su forma de actuar, si uno es ladino, es una palabra un poco fuerte pero no se me ocurre otra que represente más claramente la cuestión, si uno quiere ocultar e incluso tiene recelo por entregarse, entonces la cuestión se hace evidentemente muy difícil. Porque finalmente uno llega a un punto, en el que cual yo me he encontrado, por eso hablo de estas cosas, porque me dijo mi Sheij: “si usted no ha experimentado lo que habla, no lo hable”, o sea, solo hable de lo que usted ha experimentado en carne propia, sino, no hable, porque está hablando de oído. Lo que yo les voy a decir es algo que experimenté, y como todos somos más o menos parecidos, puedo decir que cualquiera de ustedes lo puede experimentar: es tener dentro del corazón una oscura sensación de que la persona que me está guiando no sabe tanto como yo mismo. Una sensación muy oculta, es algo que yo a lo mejor ni siquiera me confieso, o lo hecho de lado cuando se me aparece, entonces lo dejo ahí, en “stand by”. Pero en el fondo no tener confianza en alguien, debería ser porque la persona que está al frente de la cuestión es un inepto total o es un inmoral, al cual no hay que depositarle ninguna clase de confianza, o sabe menos que yo. Sino, ¿por qué no entregarle la confianza? es inepto, es inmoral, o yo se más que él, o no está a mi altura; y pienso que tengo que tener un maestro a tal altura que si está por debajo de Muhammad (BP) o de Jesús (P) no sirve; porque dada mi extraordinaria estatura espiritual, mi aguda inteligencia, mi capacidad, mi comprensión y todo lo que yo sé, requiero de un súper maestro. Donde voy me desilusiono, porque no está a la altura de lo que espero que debiera ser un maestro.

Bueno, después de hacer este pequeño recuento de personajes de búsqueda. Tenemos que ver también, que hay buscadores sinceros. Los hay gracias a Dios. Cuando yo estaba hablando recién de que no me entrego al guía porque no sabe, porque yo se más que él o porque es un inmoral, me estaba revisando a mí mismo y me estaba preguntando por qué algunos de ustedes pueden creer que no soy apto o que soy inmoral. Tienen todo el derecho del mundo en pensar que soy un inepto y un inmoral y también tienen todo el derecho del mundo de pensar que ustedes saben más que yo, todo el derecho el mundo. Mientras yo hablaba, estaba revisándome y realmente, no tengo un cartel ni ninguna garantía que diga: “yo sé”, o que diga que tengo una moral absolutamente intachable, o que sé más que ustedes. Cada uno de ustedes, en forma particular, y lo digo de todo corazón, tienen todo el derecho del mundo en pensar que yo soy un inepto, que se menos que ustedes y que no tengo la moral suficiente para estar acá. Entonces la gran pregunta es: ¿para qué se quedan? no se queden. No se queden en manos de un inepto, en manos de alguien que sabe menos o en manos de un inmoral, sería una gran tontería, me parecería que yo estoy tratando con estúpidos. No creo que ningún Sheij sincero consigo mismo, piense que sea infalible o que todo el mundo le tiene que creer. Me parece que un Sheij que llega a esas conclusiones, aunque sea el más altísimo secreto que se dice a si mismo, cinco segundos antes de dormir todas las noches, y que no se lo dice a nadie más, es un soberano estúpido.

Hay algo en todo este negocio; porque en realidad es un negocio, un buen negocio, pero es un negocio; hay que ver dónde uno pone los dólares de los ahorros en la bolsa de las tarikas y cómo está el índice merval de las tarikas, o sea, dónde apuesto. Todo esto que estoy diciendo ahora está un poco exagerado, pero un poco nada más. Está exagerado porque hay que ver los contrastes de todo esto que estoy diciendo. Está exagerado pero no demasiado y como estaba diciendo antes, yo soy un tipo de esos, siempre creí que sabía más que el que me guiaba. Yo siempre creí que el que me guiaba no tenía la suficiente altura moral como para guiarme, hasta que me encontré con Tosun Baba. He tenido otros maestros antes, pero me fui de todos lados, porque creí que no sabían tanto como yo, porque creí que no tenían la altura moral como para dirigirme y en algunos casos porque creí que eran reverendos estúpidos. Hasta que me encontré con Tosun baba, cuando me encontré con Tosun Baba, todo eso que yo venía pensando, lo deje de lado.

Assalamu alaykum.

Sohbet pronunciado por el Sheij Abdel Qader Al Halvetti Al Yerrahi en el Dergah de Buenos Aires, Argentina, el dia 5 de Enero de 2008.