El trabajo derviche
Testimonio que hay un solo Dios y que Muhammad (saws) es el siervo y el enviado de ese Dios Único. Testimonio que Muhammad (saws) es nuestra luz, nuestra guía y el ejemplo que debemos seguir en nuestro camino.
Hay un Corán externo y un Corán interno.
El Corán externo es el Corán revelado por Yibril durante 22 años al Profeta Muhammad (saws). El Corán interno es el Corán que cada hombre trae cuando nace. Es su propio libro, el libro que Allah Hu Ta´ala le entregó a través de Yibril en el vientre de su madre, cuando ésta llegó a los 4 meses de embarazo, de acuerdo al Hadit Qudsí del Profeta Muhammad, que dijo: “En los primeros 40 días, el ser humano es una gota de semen o un coágulo de sangre, luego es un feto mal formado y finalmente se convierte en un ser humano, cuando se forma completamente en el vientre de la madre. En ese momento, a los 120 días de embarazo, viene Yibril y en el vientre de la madre, le entrega el Ruh (el espíritu) y las cuatro palabras donde están determinados su destino: si va a ser feliz o infeliz, si va a ser pobre o rico, si va a ser creyente o impío y cuantos años vivirá sobre esta tierra.”
En el mismo Hadit, continúa el Profeta: “Juro por Allah que un hombre o mujer puede estar dirigiéndose directo al paraíso y cuando está a una distancia de un brazo, puede ser alcanzado por el Decreto Divino, darse vuelta y entrar en el infierno, como también puede ocurrir que una persona se dirija directo al infierno y a una distancia de un brazo, lo alcance el Decreto Divino, lo sobrepase, se de vuelta, y entre en el paraíso.”
Cuando le preguntaron al Profeta Muhammad (saws), si él era un hombre del paraíso, contestó: “Solo Allah lo sabe, recen para que así sea”.
El Corán interno es el destino que cada uno trae sobre esta tierra: que es lo que debe hacer en ella.
Dijo Meulana Rumi que todo ser humano viene a este mundo para hacer una sola cosa y si no la hace, aunque haga muchas otras cosas, es como si no hubiese hecho nada; si hace esa sola cosa, aunque no haga nada más, su misión en esta tierra estará completa.
Le preguntaron a Meulana cual era esa cosa. Él contestó: “Tú tienes brazos porque tienes necesidad de ellos, tienes ojos porque tienes necesidad de ellos, tienes pies porque tienes necesidad de ellos, créate la necesidad de saber para que cosa viniste a este mundo y entonces lo sabrás”.
Hay un Profeta externo y un Profeta interno.
El Profeta externo vivió hace 1400 años en la península arábiga, murió alrededor de sus 60 años, predicó, fue combatido y trajo el Islam.
De él podemos leer muchas historias. Es el Profeta más documentado de la humanidad.
Se sabía que hacía, como comía, como iba al baño, que relación tenía con sus esposas, con las personas, con los que lo combatieron, con sus vecinos, con todo el mundo; se sabía como se vestía, como era su aspecto físico.
Nosotros ahora, lo imitamos. Tratamos de hacer lo que él hacía: rezar como él lo hacía, vestirnos y tener la barba como él. Este es el Profeta externo. Pero un Profeta es inimitable.
Ahora, hay un Profeta interno, que es el que viene y nos dice lo que tenemos que hacer. Ahí es donde está vivo el Profeta Muhammad (saws) y no se murió hace 1400 años.
Esta es la posibilidad que disponemos nosotros para hacer algo.
Se supone que esta es una Tarika Sufí. Se supone que aquí hay derviches. Todo indica que así debería ser. ¿Ahora bien, que es un derviche?
La gente extremadamente ortodoxa del Islam dice que un derviche es un loco que no cumple con la Shariá, que no reza o reza mal y no cumple con los pilares del Islam, alguien que ha introducido Bidá (innovaciones).
En principio, aparentemente, ser derviche no es muy recomendable.
Para ser derviche, hay que pertenecer a una Tarika. Una Tarika es un camino, un camino estrecho, sin señales, rodeado de las arenas movedizas del desierto.
En la Shariá todo está muy claro. Es la ley que no ofrece complicaciones: está claro lo que es jalal, jaram, macrut, (permitido, prohibido y no recomendable)etc.; sé como tengo que comerciar, tratar con mis deudores, con mis acreedores, con mis vecinos, mi esposa, mis hijos, etc.
En la Tarika, a veces, se oyen cosas que parecen entrar en colisión con la Shariá. Se produce entonces un cimbronazo, seguido de confusión.
Por ejemplo en la Shariá se dice que hay que tener paciencia cuando las cosas te van mal y cuando las cosas te van bien, hay que agradecer a Allah Hu Ta´ala por ello.
En Tarika se dice que hay que tener paciencia cuando las cosas te van bien y hay que agradecer a tu Señor cuando las cosas te van mal.
En Shariá: Si te empeñas en seguir todos los preceptos que marcan la Ley y el Profeta, estás a salvo del error. En Tarika: Nunca estás a salvo de tu ego, porque el ego es el padre del error.
Los derviches sacan a relucir relatos, como por ejemplo el de aquel hombre muy religioso, que jamás perdió una oración en toda su vida, en sus horarios correspondientes, y que se hallaba muy tranquilo y satisfecho de ello, hasta que una mañana se quedó dormido y era el momento de la oración del Fayr y sintió que alguien le sacudía y le decía al oído: “El Fayr, el Fayr”. Nuestro hombre se levantó rápido, hizo la ablución, la oración y después se preguntó a si mismo que era lo que había pasado, quien lo había despertado si el vivía solo. Vio en un rincón sentado a alguien que le dijo que había sido él el que lo había despertado y que su nombre era Sheitán. Nuestro hombre muy sorprendido, le preguntó que como era posible que Sheitán, justamente, fuera a despertarlo para rezarle a Allah. Sheitán le contestó entonces, que como lo veía tan probo y orgulloso de hacer todos sus rezos, no podía permitirse el lujo de perder uno de los mejores elementos que tenía sobre esta tierra y que era: el orgullo espiritual.
Dicen los Sheijs: “Donde está tu ego, está el infierno.”
Nosotros preguntamos: ¿Acaso, nosotros conocemos otra cosa que no sea nuestro ego?
Los Sheijs responden: “Estás en el infierno.”
Debido a todo esto, que provoca confusión, porque uno se pregunta: ¿ como es eso de estar en el infierno si yo creo en Dios, en el profeta, no cometo pecados, etc…….?
Se le provoca mucho miedo a la gente que cree en cosas seguras, como la Shariá.
Muchos sabios, a lo largo de siglos proclamaron que la Shariá es dulce y la Haquiquá es amarga, o sea la Ley es dulce y la Verdad es amarga.
Como no hay nada fuera del hombre – dicen los que saben, contradiciendo a otros que saben también -, que lo que es amargo o dulce es el corazón del hombre, no lo son ni la Shariá ni la Haquiquá.
Si el corazón del hombre es amargo, todo lo que toca es amargo, si es dulce, todo lo que toca es dulce.
Como las opiniones están divididas, se agrega más confusión a esta cuestión.
La Tarika, como es un camino estrecho, poca gente circula por el y se encuentra rodeada de dunas y de desierto donde es fácil perderse.
En la Shariá se dice: Tu guía es tu conciencia.
En la Tarika se dice: Desconfía de tu conciencia.
Nosotros desconfiamos de todos, hasta de nuestros seres más íntimos, pero hay alguien del que nunca desconfiamos: nosotros mismos. Nos tenemos una confianza atroz. Hacemos las cosas más inverosímiles, confiados en que estamos haciendo bien las cosas. Llamamos “bien” a todas las cosas que hacemos. Ninguna persona en su sano juicio va a hacer algo pensando que está mal, siempre habrá una justificación para que esa persona vea lo que está haciendo, aunque sea algo muy extraño y retorcido, como que está bien.
En Tarika hay cuatro pasos.
Dicen los que saben que cuatro es un número muy importante. Hubo cuatro grandes profetas (Hz. Ibrahim, Hz. Mussa, Hz.Issa y Hz. Mustafá Muhammad (saws para todos ellos); hay cuatro ciudades sagradas (Jerusalén, Meca, Medina y Karbalah).
A pesar que son cinco, indiscutiblemente, los pilares del Islam, el quinto pilar, el Hajj es la combinación de la vida de un musulmán y puede darse o no.
Si sus condiciones económicas y de salud se lo permiten, irá al Hajj y si no, no irá, mientras que las cuatro primeras son condiciones de purificación: El primer pilar, el dar testimonio que hay un solo Dios y que Muhammad es Su Profeta es para purificar el intelecto y barrer de él los 360 ídolos que estaban en la Kaaba en época del profeta. El segundo pilar, el hacer el Salat es para purificar el ego, porque el ego no quiere hacer Salat, o le cuesta o no le encuentra sentido o se aburre. El tercer pilar, el Zakat, es para purificar la economía del hombre. El cuarto pilar, el Ramadán, es para purificar su cuerpo. El quinto pilar que se hace o no es cuando ese ser humano tiene la posibilidad y solamente la posibilidad de hacer “Faná Filah” en el Hajj (morir en Dios).
Cuando uno se prepara para ir al Hajj, uno se prepara como si fuese a morir. Tiene que pedir perdón a todos a quien hizo daño, pagar todas sus deudas, dejar las cosas bien arregladas para sus deudos, por si muere, e ir amortajado como se va a la tumba. Ciertamente en el Hajj se corre peligro de muerte y ciertamente mueren todos los años muchos peregrinos en Meca.
Decíamos, en Tarika hay cuatro pasos: Shariá, Tarika, Haquiquá y Maarifá, o sea: la Ley, el Camino, la Verdad y el Conocimiento.
No son cuatro pasos sucesivos.
Cuando uno presenta las cosas en sucesión, es para ordenar la mente, pero en esto no hay sucesión, puede estar todo a la vez, o darse uno antes que otro: la Haquiquá antes que la Tarika, puede ser también que la persona se quede en la Shariá y no tener ni un atisbo del resto, pero ciertamente son cuatro pasos que corresponden a cuatro estados del alma, cuatro grados de purificación o de regeneración del nafs.
Entonces, volviendo, supuestamente estamos en una Tarika, supuestamente ustedes son derviches, supuestamente yo soy un Sheij, supuestamente estamos en un Camino, supuestamente todos los que aquí estamos, somos musulmanes, pero…como no hay garantías, podríamos decir que todos estamos embarcados en el mismo bote, con grandes peligros de sucumbir a las tormentas de la vida. El estar aquí con un gorro y un saco, proclamando que estamos en una Tarika, no es garantía absolutamente de nada.
Como muchas veces hemos dicho, esto no es una asamblea de santos, es una asamblea de pecadores que quieren regenerarse. Les digo a ustedes que no hay garantías en la regeneración. Si les dijera otra cosa, les estaría engañando.
Sabremos el resultado de nuestros esfuerzos – si hemos hecho esfuerzos -, cuando nos llegue la hora de la muerte. Ahí no va a haber lugar a ninguna engañifa a las que somos tan propensos a utilizar con nosotros mismos y con los demás y ahí a Yibril no se le puede engañar, por lo tanto ahí vamos a saber si leímos nuestro Corán que tenemos en el corazón, o si leímos alguna otra cosa.
Mientras tanto, lo que si es seguro y podemos garantizar, es que estamos en manos de una entidad muy compleja, poco confiable, llamada “yo”.
“Yo” es absolutamente desconfiable.
Para confiar en alguien, hay que conocerlo, nadie confía en un desconocido.
El nafs nuestro es un absoluto desconocido para nosotros.
Dijo el Profeta Muhammad: ”Conócete a ti mismo y conocerás a tu Señor”.
En eso estamos y con muchas, muchas, muchas dificultades.
El primer nafs, el más evidente es el nafs ammara, que es el que susurra el mal.
Estamos hablando de nosotros, de nuestro nafs, no el del vecino.
Aunque haya alguien aquí que tenga 80 años, no conoce su nafs, sencillamente porque no se ha tomado el trabajo de conocerlo. Lo que si hemos hecho es investigar el nafs de los demás.
Tarika es conocer su propio nafs.
Este trabajo nos puede llevar la vida entera, y sin ninguna garantía de triunfar.
¿Somos solamente un nafs?
Esta pregunta que puede parecer liviana para la gente joven, tendría que ser de acuciante necesidad para la gente mayor, tendríamos que tener una intranquilidad por plantearnos esta pregunta con sinceridad.
Si no nos la planteamos con sinceridad, nos van a obligar a planteárnosla en el momento que nos llegue la muerte.
Si nos pensamos que estamos tranquilos porque llevamos una vida proba y no le hicimos mal a nadie, dicen los que saben que estamos muy equivocados, porque estamos dormidos y un dormido no puede conocer nada.
Esto que hablamos en Tarika lo dijo el Profeta Muhammad (saws): “El hombre está dormido, cuando muere, despierta.”
Dijo también. “ Despertad antes de morir.”
Un ser humano, especialmente cuando se acerca la hora de la muerte, debería empezar a pensar en arreglar todos los entuertos que hizo durante su vida, en recordar el daño que hizo a otras personas y a si mismo, en lamentarse por aquel daño que no puede reparar, porque la persona a quien uno dañó está lejos o murió, en pagar todas las deudas que tiene, en ocuparse de que sus bienes sean repartidos equitativamente luego de su muerte (1/3 para sus deudos, 1/3 para los pobres y 1/3 para los gastos que pudiera tener su familia en sus últimos años por enfermedades).
Porque ese momento llegará y usaremos pañales y nos meterán la sonda por los lugares que tanto cuidamos y nos la meterán queramos o no, y si no fuimos previsores para dejar estos fondos a nuestros familiares para que nos cuiden, seguramente se resentirán mucho y nos pegarán una patada en el traste. A todos nos va a tocar idéntico destino.
Un ser humano normal, cuando llega a cierta edad, tendría que empezar a preocuparse por estos temas. Les voy a dar un consejo, tómenlo o déjenlo: La vejez llega en un ratito, en un suspiro. Reflexionen sobre la palabra “un ratito”. ¿ Me robaron la juventud, alguna vez fui joven?
Podemos pensar que la Tarika es un lugar donde en vez de darnos esperanza, nos la quitan y que tampoco hemos venido aquí para escuchar hablar de pañales geriátricos, de vejez y de la muerte, pero de lo único que podemos estar seguros es que los pañales llegarán, que nos vamos a morir y que estamos en vías de morir.
Si quieren, ¿ prefieren hablar de los estados espirituales elevados, del nafs al mumaina, del faná, del faná con el ángel Gabriel, faná con el Profeta Muhammad, faná con Allah Hu Ta´ala, con visiones, con colores, con maravillosos sueños?
Pero hay un problema, yo no puedo hablar de estados que no conozco, no tuve sueños maravillosos y cuando hice faná fue con mis acreedores….pero soy viejo y de eso si puedo hablar.
Dice el cartel que está colgado de nuestra puerta: “Ven, aunque hayas fallado mil veces en tus promesas y en tus juramentos, ven.” Este no es un lugar de desesperanza. La esperanza es que hay un Camino, hay un Profeta, hay un Libro interno y un Libro externo y a cada instante, cualquiera de nosotros, aunque haya matado a cien hombres, puede purificarse. Esta es la esperanza, la más grande esperanza que se le puede ofrecer a un ser humano.
Dicen los que saben que Allah en cada instante nos destruye y nos vuelve a construir y dicen también que el sufí es “el hijo del instante”, porque en cada instante el hombre renace y puede rehacer todo de nuevo, aunque tenga 100 años y esté por morirse en cinco minutos. 100 años es un ratito, pero 5 minutos para redimirse son una eternidad.
As Salam Aleikum.
Sohbet pronunciado por el Sheij Abdul Qader Baba Al Halvetti Al Yerrahi en el Dergah de Buenos Aires – Argentina el 17 de Enero de 2004 acorde al 25 de Dhul Qi’Dah de 1424.