Prisioneros de nosotros mismos

Dice Allah en el Sagrado Corán, que todos los seres humanos han nacido con fitra islámica, fitra de servidores, de muslim, y luego sus padres los encaminan en otras direcciones. Dice el hadiz qudsí del Profeta Muhammad (BP), que en el cuarto mes de gestación, viene el ángel Gabriel (P) con el ruh de Allah y se lo transmite al feto formado en el vientre de la madre. Los sufis, basándose en esto que dice Allah en el Sagrado Corán y lo que dijo el Profeta (BP) y otras cosas más, dicen que el Espíritu de Dios -que es Dios mismo, porque no podemos considerar al Espíritu de Dios separado de Dios-, es Dios mismo que se conecta con todos los seres humanos en todo momento y les transmite: La Verdad, el Ruh, el Espíritu.

Por ese hecho de recibir el Espíritu, el ser humano es un ser humano. Hasta el cuatro mes, el ser humano es un feto mal formado y lo que lo convierte en un ser humano es el Ruh de Allah. Incluso dentro del Islam, hay discusiones respecto al aborto y si este es válido previo al cuarto mes, dónde aún no ha descendido el Ruh de Allah. Pero nosotros no vamos a entrar en esas cuestiones que no nos competen, y que no conocemos en profundidad como para discutirlas.

Allahu Ta’ala dice en el Sagrado Corán -y fíjense que es el propio Allah habiendo sido su interlocutor válido y directo el Profeta Muhammad (BP)-, que todos los seres humanos tienen naturaleza primordial de sometidos.

La palabra sometido en árabe, es muslim, es decir, que la naturaleza primordial del ser humano es de sometimiento. Este sometimiento no está relacionado con ninguna autoridad humana, no está sometido a las órdenes del padre, ni de la madre, ni del presidente de la nación, ni del rey, ni del gobernador, ni del intendente del municipio, ni del jefe del padre, ni de nada; es el sometimiento a Dios. No hay autoridad humana bajo la cual el hombre esté legítimamente sometido, puede ser un sometimiento social, pero no uno real.

Si todos los seres humanos nacemos sometidos, y sometidos a la única autoridad que nos puede someter, que es la autoridad de Dios: ¿Qué sucede después con nosotros que habiendo nacidos sometidos, nos desviamos del sometimiento? ¿Por qué nos ocurre semejante cosa? ¿Qué quiere decir Allahu Ta’ala cuando dice que luego sus padres los llevan por otros caminos? Judíos, adoradores del fuego, etc.

Nosotros tenemos un erróneo concepto de lo que es la religión, y voy a tratar de aclararlo esta tarde, si es que lo entendemos. Nosotros creemos que religión es sólo, las religiones que conocemos; toda aquella forma de adorar o creer en Dios bajo un formato. En realidad religión, es toda aquella creencia seguida por el hombre, en la cual el hombre se somete a ella. Por ejemplo, está la religión del dinero, entonces la gente se somete a la fuerza del dinero, la religión del poder, de la droga, la que yo mismo me armo en mi ignorancia haciendo de mi vida un caos y obedeciendo ciegamente a mis impulsos, que no sé de dónde me vienen -ni me interesa saberlo- pero a los cuales obedezco ciegamente; ésa también es mi religión. Todo aquello que esclaviza al hombre en una dirección determinada, es la religión del hombre. No podemos decir que somos musulmanes, judíos, cristianos, budistas o nada, tendría que ver cual es la religión que me tiene dominado y que me hace hacer lo que quiere esa religión. Ustedes esto se lo toman a la ligera, como si estuviéramos hablando de algo teórico, pero les puedo asegurar, que la religión de cada uno de ustedes lo tiene agarrados del cogote, y no les deja hacer lo que tendrían que hacer, y están sometidos a esa religión, que es una forma de pensar, sentir y actuar en el mundo. Formas a las cuales ustedes obedecen ciegamente. No importa que sean musulmanes, budistas, ateos o lo que fuera, estamos prisioneros de esa religión.

Eso es lo que quiere decir el Corán en su sentido más profundo. Todos nacemos sometidos a un Único Dios -por que no hay más que uno, uno solo -, que no conozco, ni voy a conocer tampoco y con el cual, lo único que me liga es la fe, si la tengo, y si no la tengo, no me liga nada. Pero yo estoy siguiendo mi propia huela, que es mi forma de pensar y actuar en el mundo. Entonces, mi forma de pensar y de actuar es mi religión, y a ella me someto. Todos los días le llevo ofrendas a esa religión, ¿Cuáles son las ofrendas? Mi forma de ser: si me gusta el trago, todos los días le rezo a Allah (Baba imita tomar de una botella); si me gusta la guita, todos los días le rezo a Allah (Baba imita contar dinero); si me gusta la fiaca, todos los días le rezo a Allah (Baba imita rascarse el ombligo); si me gustan las mujeres, todos los días le rezo a Allah (Baba imita tirar besos) -y si me gustan los hombres hago lo mismo-; si soy un tiro al aire, que cada día quiero una cosa diferente, esa es mi religión. Es tan poderosa esa religión que no me deja hacer otra cosa que lo que ella manda. Al hacer lo que ella manda, no puedo cambiar mi vida, siempre soy el mismo o la misma. Es inútil que me haga musulmán, budista, chaqueño. Es inútil, porque siempre voy a estar sometido por mi religión, que es mi forma de pensar, y mi forma de ver al mundo. Ustedes se sonríen, pero como decía el Profeta (BP): “Si vosotros supieseis lo que yo sé, lloraríais mucho y os reiríais poco”. Porque presos de esa forma de ser, que es mi religión, voy derechito como el ganado a que me carneen en la tumba. Sin darme cuenta, y cantando, todos los días. Cuando Allahu Ta’ala dice que todos nacen sometidos, pero luego sus padres los llevan por distintas vías, es esto lo que está queriendo decir. El Sagrado Corán menciona dos o tres religiones, pero lo que está diciendo es que la religión de un hombre es su creencia. Y la creencia de un hombre es lo que moldea su vida. Allí donde está el corazón del hombre, allí está su creencia o viceversa.

¿Cuál es el idólatra principal que tiene el ser humano? El ego. ¿Qué es el ego? No se qué idea tenemos del ego, pero es lo que yo soy, ni más ni menos, y ese ego tiene una forma de pensar y de actuar; siendo musulmán y rezando cinco veces por día, no interesa, no viene al caso, no hace la diferencia.

Para cambiar esta situación de la cual somos prisioneros y de la cual no nos podemos zafar, habría que escapar de los mecanismos del ego y para escapar de estos mecanismos, tendría que ser uno un profeta o un iluminado, o alguien que se despierta, alguien que trabaja sobre sí mismo y sale de esa trampa. Es la trampa del pensamiento, lo que pienso soy. Tenía razón Descartes cuando decía: “cogito ergo sum” -y no dije ninguna mala palabra- “pienso luego existo”. Lo que soy en la vida es lo que pienso, no hay otra forma. Lo que pienso, es lo que hago y esto es mi vida, y no importa que rece cinco veces por día, que haga el ayuno de Ramadán, que no tome alcohol y que se yo, es lo mismo, es exactamente lo mismo. Sino hago Tauba -a la cual hace referencia la primera letra del Tasawuf, que lo hemos dicho en las conferencias, pero claro, es una materia de conferencias o seminarios-; si yo no cambio, sino le doy la espalda a lo que soy, sino cambio de forma, me voy a quedar como soy. Y como soy, soy prisionero de mis pensamientos, los pensamientos me llevan a los actos, estos a los hábitos, y estos me hacen prisionero. No puedo escapar de esto aunque tenga un maestro todo el día a mi lado, pegándome puntazos en las costillas, cada vez que pienso equivocado; no puedo, somos prisioneros de nosotros mismos.

El Profeta Muhammad, que las bendiciones de Allah sean con él, cuando se le presentó el ángel Gabriel (P), le dijo “Lee”. El Profeta lo primero que hizo fue apelar a su razonamiento lógico, y dijo “cómo voy a leer, no puedo leer, soy analfabeto”. Eso es lo que le dictaba su cerebro; si soy analfabeto, no puedo leer. Lo primero que dijo fue “no puedo leer, soy analfabeto”, y el ángel le dijo “Lee, en el nombre de tu Señor” y el Profeta (BP) hizo un “salto”; “se le rompió la cabeza”, eso es lo que le sucedió, y pudo ver al ángel que ocupaba todo el horizonte. Pero como todavía estaba bajo los efectos de su razonamiento lógico, éste le dijo “tu estás loco”, y se fue corriendo, se arrebujó y se hizo tapar al entrar en un estado de temor. “Estoy loco”, decía y temblaba como una hoja.

Entonces, ¿qué es lo que sucede? A nosotros, las cosas, no nos llegan al corazón. Tenemos siempre todo acá (señalándose la cabeza), todo acá; en el trasero. Porque esto (la cabeza), para lo que estamos hablando acá, lo único que produce es mierda, de buena o mala calidad, pero mierda al fin. Nosotros tenemos que llevar las cosas al corazón, tenemos que tener un estremecimiento, un sentimiento, algo que nos saque de ese proceso frío de pensar. El pensamiento es frío, es lógico, es más-menos, que si, que no, que entiendo, que me gustó, que no me gustó, que me conviene, que no, que para qué, que bla, que bli, que blu. No sirve. Me tiene que bajar a acá (se golpea el pecho). Tengo que tener un estremecimiento del corazón, me tiene que llegar un sentimiento real, que me saque de esta jaula, que tengo aquí en la cabeza, que me hace nada más que pensar. Muchos de nosotros pensamos mal, pensamos equivocados y tenemos una vida de porquería. No me digan que muchos de nosotros no tenemos una vida de porquería. Tiene que llegar acá (se golpea fuertemente el pecho), acá. Tenemos que sentir, no pensar.

Cuando se apela al término griego metanoia, que significa “cambio de mente”. ¿Qué quiere decir cambio de mente?: que en lugar de pensar con el cerebro de la cabeza, tenemos que pensar con el cerebro del corazón. Como dijo un jefe indio: “los blancos están todos locos, piensan con la cabeza”. Nosotros estamos separados del milagro del mundo, de la belleza de la vida que tenemos, porque siempre estamos pensando con la cabeza, no tenemos un puto sentimiento. Cuando digo sentimiento, no estoy hablando de sentimentalismo, la lágrima floja de cuando escucho un tango de Carlos Gardel, o de un gol de River. No. Tiene que ser otra cosa, y es tan difícil que nos va la vida, y se nos va la vida.

El sábado pasado estuvimos hablando del misterio del Yo, ¿Que es el “Yo”?

Las ceremonias religiosas, donde se apela a los sentimientos del hombre, la ingestión de algunas sustancias -bajo la guía de hombres que saben-, tienen por finalidad romper el razonamiento lógico e impactar en el corazón de la persona. Pero estamos tan endurecidos, tan duros, tan alejados, que nos burlamos de las ceremonias religiosas, y decimos, muy livianos de cuerpo, “a mi los ritos no me interesan”. Esto es como los virus, cada vez se hacen más fuertes y son necesarios antibióticos más pesados para matarlos. Y el hombre, cada vez necesita cosas más fuertes para abrir el corazón. Y por eso es que la humanidad está llegando a las instancias que está llegando. Porque el hombre está tan duro que necesita que lo sacudan de cualquier manera, y aún así, tampoco.

Nuestro principal problema es que no tenemos fe verdadera; que es un regalo, no se consigue pidiéndola, sino mereciéndola, haciéndose apto para recibirla, vaciándonos de toda la miseria que tenemos, librándonos de todo lo que tenemos para recibir la fe verdadera. Y esta fe verdadera, no significa estar todo el día rezando, ni yendo a la mezquita todos los días, aunque podría ser un fruto de la fe verdadera. La fe verdadera es actuar y creer en Dios aunque tu no Lo veas, porque aunque tu no Lo veas, Él si te ve a ti. Es tener esa sensación permanente, todo el día a toda hora, en todo momento. Esta es la verdadera religión. Para ser apto para recibir la verdadera religión, nos tenemos que liberar de la falsa, que no pasa por ser musulmán, judío o cristiano, sino por a dónde pongo yo todo mi sentir: ¿En mi drama personal? ¿En que se me fue mi marido? ¿En que no tengo plata para cubrir mis gastos? ¿En que tengo hijos rebeldes que me tienen mal? ¿En que estoy enfermo? ¿En que tengo una vida, un trabajo que no me gusta y estoy todo el día pensando y actuando en razón de nada más que eso? ¿Esa es mi religión? Si tengo el corazón siempre puesto en esto, no va a llegar la religión verdadera.

Todo este trabajo que hacemos del yihad, de la observación de uno mismo, de encontrar el rasgo principal y todo eso, lo hacemos, porque la degradación nuestra es tan grande, con respecto a nuestras capacidades espirituales, que hay que empezar por lo falso. No podemos abordar lo verdadero porque nos resulta ajeno, y tenemos que emplear una cantidad de energía tremenda en descubrir lo falso en nosotros con la observación de uno mismo; el descubrimiento del rasgo principal y el yihad contra las aristas del carácter, y demás. No podemos empezar de ninguna otra parte porque esa es la condición en la que estamos hoy por hoy. Nos tienen que hacer ver todas las falencias que tenemos para llegar a nuestra realidad, no podemos ir directamente a nuestra verdadera realidad. Esto es un verdadero drama, es una pérdida de tiempo descomunal, un trabajo de nunca acabar, tanto el orgullo, como la vanidad, el amor propio, la lujuria, la avaricia, la ira, todo eso, es falso, si fuera verdadero no nos podríamos deshacer de aquello, que es lo falso en nosotros; pero tenemos que empezar por ahí. Y esto nos hace perder un tiempo terrible, nos tiene enredados, no pudiendo ver lo esencial en nosotros que es la pureza con la que venimos al mundo: “Todos los seres humanos vienen al mundo con naturaleza de sometidos”, luego pasa lo que nos pasa, a mí, a vos, a ella.

Lo primero que veo en nuestros rostros cuando hablamos de estos es “¡no puedo entender! ¿Qué me está diciendo? ¡No puedo entender!” (golpeándose la cabeza). No puedo salir de mí mismo, y tenemos que hablar el sábado próximo de lo mismo, y el otro, y el otro, y me jubilaré, y vendrá otro a hablar en mi lugar, que hablará de lo mismo, y ustedes se jubilarán y se morirán, y vendrán otros, y seguiremos hablando dentro de cien años en otro lugar de las mismas cosas. Y cada vez que se muere uno de nosotros, con nosotros se mueren nuestros problemas, ¡Qué cosa! Esos enormes problemas que tenía se mueren conmigo. Qué barbaridad ¿No? Tanto joder la vida a todo el mundo, a mis hermanos, a mis hijos, a mis padres, a mis parejas y se terminó, me fui y se terminó. Pero, vendrá otro a sustituirme y seguir jodiendo. Pero no se detienen en eso, se paran en el dramita que tienen. Es un dramita, ustedes quieren que sea grande, pero es dramita. Pero los tiene agarrados del cogote y no pueden zafar. Si supieran la libertad que hay cuando alguien se zafa del dramita, se volverían locos por zafarse. Pagarían lo que no hay en el mundo para zafarse del dramita. Para zafar del drama que nos tiene tan agarrados, hay que morirse, pero nadie se quiere morir. ¿Vos te querés morir?

El Profeta (BP) lo dijo muy claramente: “mueran antes de morir”. Jesús (P) lo dijo: “Para renacer hay que morir”. Todos nosotros venimos de la religión cristiana, lo escuchamos, lo leímos, pero no entendimos nada, esa parte la salteamos y llegamos al Islam y nos dicen lo mismo. ¿Qué será morir antes de morir? ¿Me tienen que llevar al cementerio para morirme y después me levanto como un zombi? Si no hay muerte no hay vida nueva. Pero nadie se quiere morir y todos estamos muy apegados a nuestros dramas personales.

Fíjense una cosa -la triste realidad nuestra, desde el punto de vista de quien no quiere morir- en un dergah, a los largo de cincuenta años, donde ha habido tres sheijs: ¿Cuántos derviches pueden haber desfilado por ese lugar? ¿Cuántos fueron, cuantos murieron? ¿Cuántos no fueron más? Tres generaciones de derviches en Estambul, ¿Cuántos derviches les parece que pueden haber muerto antes de morir? Tal vez, ninguno. ¿Qué paso con todos esos derviches que fueron, escucharon, envejecieron, se pusieron gagá y se murieron? Gracias a todos ellos, la Tarika Yerrahi subsiste. Ese largo cuerpo de la Tarika Yerrahi, formado por la vida de tres generaciones de derviches; es un largo cuerpo en el tiempo. Si en ese largo cuerpo en el tiempo de tres generaciones de derviches, en la próxima generación -en la cuarta- hay uno que se despierta, ya está. ¿Para qué sirvieron los demás?: para que el largo cuerpo subsistiera. Hicimos el trabajo, permitimos que el largo cuerpo histórico de la Tarika Yerrahi se mantenga a lo largo de cien años o ciento cincuenta años, cuando aparece uno que despierta. Esos largos años, con derviches que murieron, que se fueron, etc. permiten que “uno” se despierte; y estamos cumplidos, hemos hecho nuestro trabajo. Imagínense en cien años, ¿cuántos dramas personales habrá habido? Dramas peores que los nuestros, iguales y mejores. ¿Dónde están? ¿Qué importan? ¿Importan los dramas particulares de tres generaciones de derviches? ¿O importa el hecho que la presencia de esos derviches haya hecho posible que en la cuarta generación uno se despierte?

Los dramas personales no importan y ustedes están agarrados a los dramas personales. Se los digo con el corazón y me pongo yo dentro de esos dramas; importan tres carajos. Lo único que importa es que hagamos el trabajo y que sostengamos el largo cuerpo de derviches. ¿Para qué digo esto? Para que nos ubiquemos, para que nos dejemos de joder con nuestros dramas personales; no cuentan, no tienen importancia, no sirven, no valen. Aunque para ustedes valgan una barbaridad y se muerdan la lengua con los dramas personales; no sirven. ¿Cuántos Pir Nureddin Al-Yerrahi hubo? ¿Cuántos derviches pasaron por la Tarika Yerrahi? ¿Por qué nos atribuimos tanta importancia? Por qué no nos dejamos de joder y nos ponemos en el lugar que tenemos que ocupar.

La vida humana es imposible que carezca de problemas, estamos en el mundo de la prueba, debemos ser probados. Esto nos lo tenemos que meter en la cabeza: sin pruebas no hay existencia. La misma palabra nos está dando una indicación. Lo que nosotros pasamos no son “problemas”, son “pruebas”. Nos estamos probando para aprehender, para tener el gusto del significado de nuestra vida. ¿Por qué es como es? Si yo me quedo enganchado a la prueba, no aprendo nada, no es una prueba, es un problema. La diferencia está en la palabra: problema o prueba.

Si yo vivo mi vida como un drama, sufriéndola, no aprendo nada. Ahora, si yo la vivo como una prueba que me ha sido impuesta para aprender, entonces, mi vida tiene significado. Si yo en cambio, la sufro, el único significado es el sufrimiento. No aprendo nada o aprendo mal.

Profundizando esta cuestión hay algo más importante, que en este momento, dicho así, es absolutamente teórico: mi vida me la he diseñado yo mismo. Cuando vino el ángel Gabriel (P) en el vientre de mi mamá, y me trajo el ruh de Allah, me trajo cuatro palabras. Esas cuatro palabras, son las que me pertenecen a mí, nada más. Son cuatro palabras que he recibido de acuerdo a mi capacidad de captarlas, porque de no ser así no hubiera recibido esas cuatro, hubiera recibido otras. Lo que yo tengo que saber, es cuál es el significado de esas palabras, que tengo que aprender en la cantidad de años que voy a vivir; si voy a ser desgraciado o no, si voy a ser rico o pobre, si voy a ser creyente o descreído. Esas cuatro palabras son las que me corresponden a mí, de acuerdo a la capacidad de captación que tiene mi alma. Si yo dedico mi vida a aprender esas cuatro palabras, me habré ido de este mundo habiendo cumplido mi destino, sino he pasado en vano, sufriendo o alegrándome a veces. Muchos derviches míos me dicen: ¿No tiene un ejercicio para darme? ¿Una respiración que me transporte no se donde?; no, fíjense en la vida que tienen.

–Dice un derviche-: Pensaba Baba en esto que hablaba de este cuerpo de derviches y los sheij, el trabajo de cada derviche y el de cada sheij, y que quizás se despierta uno.

Baba: No más de uno, porque no se puede despertar más que uno. Porque no hay nada más que un solo Dios. No es una fábrica de iluminados una Dergah.

Derviche: Aunque en uno no se geste ese despertar, que muchas veces es el ansia de un “yo” que tampoco es verdadero, pensaba que aunque no se geste en mí, el participar de ese cuerpo y en ese trabajo, como usted dijo recién, como hay uno y todo es uno, de alguna manera es el máximo despertar que a mi me tocó.

Baba: InshAllah sea así, te lo deseo con todo mi corazón. Si vos llegás a ese convencimiento no solo con la cabeza, sino con el corazón, y llegas a estremecerte con ese descubrimiento, es lo máximo que podes recibir, que Allah te premie con eso. Porque habrás abandonado el egoísmo del yo particular. InshAllah puedas. Porque cuando se produzca ese milagro, dentro de unas horas, una semana o cien años, es lo mismo que si te hubieras despertado vos, es el misterio de la unidad en la multiplicidad, pero todos estamos trabajando para eso, sostenidos al principio por el engaño del Nafsi ammara que quiere despertarse el solo y que los demás se vayan a la mierda. Llegar a eso con el corazón, es despertar también. Pero con el corazón, porque es algo grandioso, salimos de la jaula del pequeño ego y salimos del tiempo. -Pregunta otro derviche: ¿Entonces el destino individual no tiene importancia? -Baba: Si tiene importancia. -Derviche: ¿Y si alguien llega a despertar en el futuro? -Baba: ¿Para que estas acá, no? Yo que vos no vengo más. -Derviche: Claro, porque si se despierta uno ¿redime a toda la humanidad? Baba: si señor. -Derviche: no tiene importancia los terrores de la tumba y esas cosas. -Baba: no, aparte podes ser vos ¿quien lo sabe?, -derviche: lo que sea ignorancia o ilusión no tiene importancia. -Baba: ninguna, pero nada, cero. El dolor es real, el sufrimiento es ficticio. A ver como lo puede explicar. Una vez Ramana Maharshi, que fue uno de los iluminados del siglo pasado y que se estaba muriendo de cáncer, fueron y le dijeron -siempre hay algún boludo alegre-, ¿Usted sufre con el cáncer? Y el respondió: “yo” no sufro, a mi cuerpo le duele el cáncer. Hay una diferencia muy grande, a mi cuerpo le duele, “yo” no sufro. Dijo Yo, no dijo “yo: Ramana Maharshi”. -Derviche: Es un tema complicado. -Baba: Es muy sencillo, no es complicado. Nosotros hacemos las cosas complicadas. -Derviche: ¿Pero ya hubo hombres que despertaron y no redimieron ya a toda la humanidad? -Baba: Pero vos lo estás trasladando al tiempo y al espacio. Cuando alguien despierta resume en si todos los despertares de todos los tiempos, de todos los lugares y de todas las humanidades. Ahora, si vos lo querés poner al despertado dentro del tiempo cíclico, entonces se despertó un hindú en 1940, se despertó un tibetano en 1870, eso no tiene sentido, desaparece la individualidad. Dijo un maestro del siglo pasado: “mientras el hombre no pueda salir de su jaula de tiempo y espacio, no tiene forma de acceder al verdadero conocimiento” Dios es Uno en el ahora, y el ahora carece de tiempo y espacio. Despertar no es una idea, es una experiencia. No se puede entender con el pensamiento el despertar, es una experiencia en el ahora, carece de tiempo y espacio, es una acción, es una revelación. No se puede entender con la cabeza. Dijo el Profeta Muhammad, que la bendición de Allah sea con él, no puedo leer, soy analfabeto. “Lee, en nombre de tu Señor”, y leyó durante veintidós años. -Derviche: A mi lo que me atemoriza de entregarme a es pensamiento, está resumido en una historia que escuché alguna vez, sobre un discípulo de un maestro que con el concepto de la ilusoriedad de todas las cosas, se acercó a una serpiente venenosa y lo picó. -Baba: Y el discípulo le dijo ¿Pero vos no me dijiste que lo único que existe es Dios y que todo lo demás es ilusión? Y entonces el maestro le dijo: “Mientras pienses como Muhiddin la serpiente te va a picar y te va a matar”. Porque me acabas de decir algo: “lo que me atemoriza de aproximarme a este pensamiento”. Y volvemos con el pensamiento, ¿Que pensamiento? Si yo te dije que es una experiencia. Entonces, mientras el discípulo piense como Muhiddin las víboras lo matan. Porque es un pensamiento y el despertar es en el ahora, no es un pensamiento. Hacé de cuenta que te parte un rayo por la mitad el cuerpo, no es un pensamiento. La revelación es eso, un rayo. El Ruh de Allah que desciende, y se terminó, no hay más pensamiento. Es el Espíritu Santo, es el Espíritu del Señor que te parte por la mitad. Te saca la cabeza y entonces tenes que pensar con el corazón. Y al pensar con el corazón entrás en el mundo de los vivos, y mientras que pensabas con la cabeza estabas en el mundo de los muertos, por más elaboraciones que hagas con la cabeza. El cerebro es una máquina de hacer elaboraciones muy compleja, como toda creación de Allah. Porque tampoco podemos despreciar al cerebro, ya que es de una magnificencia absoluta, como todas las manifestaciones de Allah. Es insondable, pero para un nivel: el mulk, que es uno de los niveles de la creación que está sostenido por el cerebro, y mira que el mulk es inagotable, las galaxias, el sol, los planetas. Pero acordate de eso, acabas de decir algo que es tu trampa, “lo que me atemoriza de este pensamiento”, ¿Que pensamiento? El despertar no es un pensamiento.

Sohbet pronunciado por el Sheij Abdel Qader Al Halvetti Al Yerrahi en el Dergah de Buenos Aires, Argentina, el dia 21 de Marzo de 2009.