Cuatro atributos para una buena muerte

Durante miles de años vinieron Profetas a la Tierra, para todos los pueblos, trayendo religiones, o a confirmar religiones anteriores como Jesús, o a traer un Nuevo Mensaje como el Profeta Muhammad (saws), algunos fueron conocidos y otros permanecieron desconocidos y ni figuraron en los Libros Sagrados.
Todos vinieron con un solo propósito, ser recordadores; casi todos ellos tuvieron que luchar para transmitir lo que tenían que transmitir, fueron combatidos y alguna vez como por ejemplo en el caso del Profeta Isa (as), su mensaje tomó fuerza después de su muerte. Todos ellos fueron amigos de Allah, waliAllah.

Evidentemente, si Allah tuvo que enviar tantos profetas es que los seres humanos tenemos la memoria floja. Meulana Rumi (as) dijo que cada ser humano viene con la misión de hacer una sola cosa en esta vida y que si no la hace, aunque haga muchas otras cosas, es como si no hubiera hecho nada. Los hombres sabios dicen que esa cosa única que cada ser humano viene a hacer aquí es recordar su origen; recordar que él no pertenece al dunya, sino que es hijo de Allah Hu Ta´ala, que de Él viene y a Él vuelve. Todos los Profetas vinieron con esta misión, la de recordarnos.
Esto ya lo hemos escuchado muchas veces, no es novedad, pero lo difícil es “hacerlo carne” de verdad. Es por eso que existen algunos lugares donde se trabaja sobre este tema con aquellas personas que se dan cuenta de la importancia que tiene y tienen la intención pura de recordar quienes somos y cual es nuestro origen.
Los sabios de nuestra tradición afirman que ninguna alma escapará a los terrores de la tumba, salvo las almas santas. Uno de los más grandes Sheijs, Muhiddín Ibn el Arabi, dijo que existen cuatro condiciones para que el hombre al llegar a la muerte, se salve de los terrores de la tumba, pero que eran muy difíciles de conseguir, que incluso se les iban a volver contra ellos mismos y que no había garantías de llegar al final y eran y son: 1.- Tener piedad y ayudar a todos los necesitados.-
2.- Tener un corazón puro y en paz.
3.- Tener misericordia para con todos los creyentes.
4.- Ver lo bueno en todo y en todos.

Los hombres sabios afirman que la necesidad del ser humano es infinita, siempre estamos necesitando algo, somos indigentes en el fondo y profundamente necesitados. Sería algo deseable conectarse con nuestra propia indigencia, ahí tal vez podríamos comprender la necesidad de los demás y tal vez podríamos ayudar. Todos necesitamos amor, pero hay gente que lo necesita más que otros y hay gente que tiene capacidad de entregar lo que tiene, más que otros; hay gente que necesita que la cuiden, hay gente que necesita una palabra de cariño, de comprensión, hay gente que necesita una caricia, una palabra que lo alivie del dolor que siente. Si nosotros pudiéramos hacer esto con las personas que tenemos más cerca – esa es toda nuestra posibilidad – podríamos contar con este atributo del que habla Ibn el Arabi. Allah, en su infinita misericordia, puso para esto a nuestra disposición a nuestros esposas o esposos, hijos, a nuestros amigos, nuestros empleados, jefes, a nuestros vecinos, a nuestros padres, a nuestros hermanos. Muchas veces personas de carácter muy fuerte, llenos de ira, están escondiendo una enorme debilidad interior o miedo.
Un Hadiz Qudsí dice “Estuve enfermo y no me visitaste, tenía hambre y no me diste de comer, tenía sed y no me la mitigaste”. Por otro Hadiz sabemos que en el cuarto mes de gestación del feto en el vientre de la madre, viene Yibril y le coloca el Ruh de Allah y ese es un ser humano. Cuando estamos ayudando a alguien, estamos ayudando a alguien que tiene a Allah más cerca que su propia vena yugular. Generalmente, fallamos en esto de ayudar porque lo hacemos solamente con las personas a las que le tenemos simpatía o están en nuestro mismo bando y no lo hacemos con aquellos a los que no le tenemos simpatía, o que están en otro bando. Esto sería cumplir con el primer atributo que menciona Ibn el Arabi.
El segundo atributo, la pureza o paz del corazón. Nuestros sabios dicen que a parte de los cinco pilares del Islam, hay un sexto, la pureza y que sin ésta la práctica de los otros cinco no es completa.
La pureza no es un atributo moral como enseguida nos viene a la mente, algo puro es algo sin mezcla. En nuestro corazón, mezclamos, adulteramos los sentimientos. La pureza tiene que ver con lo justo, que tampoco es una cuestión moral, lo justo es lo que tiene que ser; lo justo está en el medio, no en los extremos. Cuando se tiene pureza en el corazón, se llega a la paz del corazón. No es estar contentos porque las cosas nos van bien, es estar en paz, ausencia de guerra, de lucha interna entre lo que queremos y lo que no queremos, lo que nos gusta y lo que no, lo que decimos que es justo y lo que decimos que es injusto; el ser humano no conoce la paz, por eso la busca. Si el hombre no tiene libertad, no tiene amor, no tiene paz, no puede ser feliz.
El tercer atributo para no pasar por los terrores de la tumba es la misericordia, la benevolencia, la comprensión para todos los creyentes.
Ibn el Arabi dice que hay un Dios real y un dios creado en las creencias y que en el día del Juicio Final, Allah se presentará a las multitudes, tal como es y todos se esconderán porque no lo conocerán en Su Realidad; Allah se va a ocultar para que lo podamos adorar de acuerdo a nuestras creencias. Los creyentes son los que ponen su vida y su patrimonio al servicio de Allah y el patrimonio más querido por mí es la idea que tengo de mí. Creyente es aquel que afirma con pureza del corazón que no hay más que un solo Dios, dice un Hadiz.
Ahora bien, ¿creen ustedes que un judío o un cristiano pueden afirmar esto con sinceridad?
¿Les parece a ustedes que si discriminamos a otras personas por pertenecer a otra religión, podemos librarnos de los terrores de la muerte y del interrogatorio? ¿Les parece que alguien puede alcanzar la paz del corazón, discriminando a otros seres humanos porque no profesan la misma religión?
Este es un atributo necesario para llegar al juicio después de muertos, sin pasar por los terrores de la tumba. Tengamos el corazón abierto a todo, no discriminar, respetar y comprender.
El cuarto atributo, según el Sheij al Akbar es ver el bien en todo y en todos. ¿Cómo puedo ver el bien en alguien que me hace el mal? ¿Cómo puedo ver el bien en alguien que llamo “mi enemigo?” ¿Cómo puedo ver el bien en el esposo o esposa que me dejo por otro/a? ¿Cómo puedo ver el bien en el que me estafó o me engañó? Sin embargo, Ibn el Arabi dice que aquel que no pueda ver el bien en todo y en todos, deberá sufrir los horrores de la tumba en el interrogatorio.
No hay ningún ser humano, por más malvado que parezca, que no tenga algo de bien, porque el bien viene de Allah y Él está más cerca nuestro que nuestra propia yugular y el mal viene de la ignorancia humana. Los que alcanzaron esta posibilidad podrán ir al más allá y librarse de los horrores del interrogatorio en la tumba. ¿Cómo ver el bien en una guerra, en un desastre natural o en medio de la injusticia humana, en la muerte de un niño, en un crimen? ¿Cómo ver el bien en todo y en todos? Es un desafío y está dirigido no a la inteligencia sino al corazón. El hombre desde que fue expulsado del Paraíso, comió del fruto del árbol del bien y del mal y compara y crea su propia justicia y su propia injusticia y se pierde y por lo tanto es justo lo que me hace bien y es injusto lo que no me hace bien y perdemos de vista la Justicia Divina. Es un desafío a la inteligencia y un llamado a la comprensión del corazón.
Por lo menos, lleguemos a la tumba con un atisbo de lo que hemos estado hablando hoy y no con el corazón lleno de odio, de resentimiento y de confusión. La vida nos pone en cada momento frente a una circunstancia que nos hace pensar que hay algo que es injusto con nosotros y sin embargo los hombres sabios dicen que todo está dispuesto para que el hombre pueda despertar y retornar a su fuente de origen.
Para nosotros que estamos profundamente dormidos, si nos hace bien es justo y si nos hace mal es injusto.
Todo esto que nos menciona el Sheij al Akbar es un enorme desafío a nuestra forma de pensar y de sentir y conlleva un camino largo, lleno de dificultades. Muchas veces las personas a las que pretendemos ayudar se volverán contra nosotros y Allah nos probará, arrojándonos al rostro, aquellas cosas que hacemos para alcanzar estos atributos, o sea que muchas veces, aquellas personas a las que ayudemos nos morderán la mano o nos darán vuelta la cara cuando nos acerquemos para besarla, o cuando hagamos una obra de misericordia, la vida nos arrojará encima una desgracia. Todo en este mundo es puesto a prueba. Si uno dice que está lleno de amor, ese amor es puesto a prueba, porque es muy fácil hablar de amor cuando las cosas nos van bien pero es muy difícil hablar de amor cuando las cosas nos van mal. Si amamos, amemos sin esperar recompensas y bajo todas circunstancias… pero somos seres humanos y es extremadamente difícil.

As Salam Aleikum

Sohbet pronunciado por el Sheij Abdel Qader Al Halvetti Al Yerrahi en el Dergah de Buenos Aires, Argentina, el dia 9 de Dhul Qa’dah de 1426, acorde al 10 de Diciembre de 2005.